Alumnos durante el recreo

La construcción del nuevo edificio para el colegio, entre la realidad y la utopía

El centro ubicado en 'El Palacio' cuenta en su interior con una serie de deficiencias que lo inhabilitan para acoger lo que debiera ser un espacio público de enseñanza

Belén Fernández

Jueves, 7 de abril 2016, 16:32

Por evitar un gasto que resulta ser mínimo, cada principio de curso los alumnos del colegio Calzada Romana tienen que llevar al centro, junto con su material, algún rollo de papel higiénico que entregan a la profesora para que lo racionalice entre todos a la hora de ir al baño y de esta forma dure más el papel. Alrededor de 60.000 euros anuales es lo que destina el Ayuntamiento de Puebla de la Calzada al único colegio público que dispone la localidad para sufragar gastos ordinarios. De los extraordinarios se encarga la Consejería de Educación de la Junta (se supone). La polémica que envuelve la necesidad de construir un nuevo centro escolar en la localidad es una realidad latente que lleva más de tres años a caballo entre palabras, proyectos, cambios de gobierno, promesas y, sobre todo, inactividad.

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El colegio, popularmente conocido como El Palacio, es un edificio construido a principios del siglo XX por el matrimonio formado por Jorge Díaz-Madroñero y María Antonia de Coca, marquesa de la Vega; de ahí su nombre histórico: Palacio Marqués de la Vega. En 1911, siete años después del inicio de su construcción, concluyen las obras coincidiendo con la muerte de Díaz-Madroñero, causa por la cuál los marqueses nunca llegaron a disfrutar del palacio en compañía. Como resultado, quedó un edificio de estilo neoclásico en el que se reflejan detalles del barroco, que se mantiene actualmente.

Dispone de un salón con pinturas alegóricas, vidrieras que reproducen los escudos de armas de sus primeros dueños, una chimenea de mármoles de distintas tonalidades, una gran escalera propia de una escena de cualquier película refinada y una fachada cuanto menos elegante y lúcida. Pero poca coincidencia tiene el edificio que dispone Puebla de la Calzada desde hace más de 30 años para utilizarlo como colegio público y que alberga a más de 200 niños entre su apariencia externa e interna. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el objetivo principal y actual del edificio es formar a los niños de la localidad cuyos padres deciden instruir mediante la educación pública a sus hijos.

En 1984 se iniciaron las obras de restauración correspondientes con el fin de acondicionarlo y que funcionara como colegio público. Sus propietarios decidieron venderlo al Ministerio de Educación y Cultura por el costoso mantenimiento que les suponía, además de no pasar tiempo en la localidad. En 1986, tras unas obras que supusieron 62 millones de pesetas, el edificio comenzó a funcionar como colegio y lo sigue haciendo hasta la actualidad.

Ignacio Llaga es el director desde hace 10 años del centro con más demanda de la localidad. Desde que está en el cargo, el alumnado se ha visto incrementado año tras año, llegando a tener que repartir alumnos en algún que otro curso a los otros dos centros de la localidad que son concertados por insuficiencia de plazas y falta de espacio para poder acogerlos.

Sobre la polémica necesidad de construir un nuevo edificio, Llaga confirma que, a título profesional, quiere un colegio nuevo y se ha movido para lograrlo. «Estuvimos a punto de conseguirlo pero llegó la Junta y dijo que no había suficientes metros cuadrados en el terreno que ofreció el Ayuntamiento para ello; el dinero que se pretendía invertir en los planos y proyectos iniciales provenientes de la Consejería de Educación, parece ser que se gastaron en otro sitio así que, vuelta a empezar», justifica el director.

Arreglos

Mientras Llaga explica a HOY Puebla la situación de los trámites que se quedaron a medias tras la desestimación del terreno para llevar a cabo las obras, suena la puerta: «Ya se puede decir que esto es más un colegio, ya tiene usted el interruptor puesto», interviene el electricista de turno. «Esa es otra, hay muchas averías, casi todas las semanas pasa algo», añade el director que también es docente. «Siempre hay alguna cosa, un albañil que viene poner unos azulejos que se han caído, un fontanero, un jardinero, un electricista Pero la verdad que por parte del Ayuntamiento no tengo ninguna queja, porque siempre responde rápido a lo básico, es la Junta la que tarda», aclara.

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El centro de educación pública que tiene la localidad poblanchina no cumple con la normativa del Reglamento de Accesibilidad, resulta inaccesible para alumnos con movilidad reducida, ya que cuenta con una rampa que finaliza en unas escaleras; no cumple con los requisitos mínimos de espacios educativos necesarios por poner un ejemplo, un comedor; no cumple con los requisitos de seguridad en caso de evacuación; tampoco cumple con las recomendaciones de eficiencia energética ni con los requisitos técnicos del Código de Edificación, además de tratarse de un edificio con un mantenimiento más que costoso.

En general, El Palacio cuenta con una serie de deficiencias que lo inhabilitan para acoger lo que debiera ser un centro de enseñanza. La biblioteca está separada del edificio central, hay problemas de cableado, saneamiento, goteras, humedades, termitas, carcoma, el patio necesita una remodelación y, de vez en cuando, cae alguna hoja de alguna de las palmeras. Para evitar daños y riesgos, el arenero donde se divierten los niños de Infantil cada recreo tiene instalada una tela metálica en la parte superior, por si alguna vez cae alguna. «Que pena que no vinieras ayer, porque se cayó una de las ramas en la mitad del patio pero menos mal que no había nadie en ese momento. Ese es el problema del colegio, que como nunca ha pasado nada, nadie hace nada», comenta una docente del centro.

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«Esto es muy bonito, pero para utilizarlo de una forma diferente porque es inseguro. Se produce un incendio en la caldera y yo precisamente no puedo salir de la clase porque estoy metida en una ratonera, el plan de evacuación mío no sirve para nada», añade la maestra.

Dando un paseo por las instalaciones, si algo queda claro es que con las necesidades se agudiza el ingenio. Las aulas de educación Infantil disponen de muchas puertas y muchas ventanas pero poca pared, y de la que se dispone está repleta de contenidos pedagógicos necesarios para los niños. «Es vital la necesidad de un nuevo centro, sobre todo a nivel de espacio y de realidad educativa. Nos tenemos que ir amoldando a los cambios que requiere la sociedad y cada vez van demandando más espacio libre para que ellos experimenten por su cuenta. Las últimas tendencias en educación es que ellos tengan mucho más espacio para poder manipular y observar, y a partir de ahí, ir construyendo su aprendizaje», alega una de las profesoras caminando hacia su clase.

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«Contamos con el compromiso de la consejera de Educación»

  • La necesidad que tiene Puebla de un nuevo edificio para el colegio también es algo que preocupa al equipo de gobierno municipal. Juan María Delfa, alcalde de la localidad entiende que «no se debe tratar de sacar tajada política a una necesidad básica de nuestra población» y afirma que ésta es «una cuestión que me preocupa y mucho».

  • Delfa asegura estar trabajando en el tema desde el día que tomó posesión del cargo y, por el momento, dice haber mantenido varias reuniones con propietarios de terrenos privados adyacentes al municipio para pedir información de precios, ya que la lcalidad no dispone de 10.000 metros cuadrados, que son los que exigen desde la Consejería de Educación para poder edificar un bloque 6+12, el colegio más grande que se puede erigir. «Solo nos informamos con terrenos, porque de momento no podemos hacer nada más», explica el primer edil, añadiendo que «ya adquirimos ese compromiso por parte de la consejera de Educación, María Esther Gutiérrez, que fue la primera reunión que tuve desde que tomé posesión en señal de la prioridad básica que para mí supone. Desde entonces y de una manera discreta, trabajamos en la cuestión», certifica Delfa.

  • Próximamente, la consejera de Educación y Empleo explicará en la sede parlamentaria los detalles del nuevo Programa de Inversiones en Infraestructuras y Equipamientos Educativos de Extremadura para 2016-2020, que estará dotado con unos 140 millones de euros de fondos europeos. Cuando Gutiérrez desgrane el programa, se harán públicas todas las actuaciones contempladas para la ampliación y mejora de la red de centros educativos de la región. Dicho programa aún se está perfilando conforme a las demandas y aportaciones de todos los ayuntamientos y demás entidades educativas. «Es aquí donde la consejera adquirió el compromiso de incluirnos en este plan de Infraestructuras que provienen de unos fondos europeos», detalla Delfa.

  • En las últimas semanas el alcalde poblanchino ha coincidido en varios eventos con la propia consejera y, a modo anecdótico el alcalde concluye «me ha dicho que últimamente nos vemos en todos los eventos a lo que le respondí que nos seguiremos viendo hasta que vaya a inaugurar el nuevo colegio que espera Puebla».

Las docentes de Infantil están continuamente innovando nuevos espacios para poder poner el material adaptándose a lo que tienen. Para colocar las rutinas, que forma parte del contenido de los más pequeños, su profesora ha tenido que poner una balda alargada en una de las puertas insulsas del aula. «No se ajusta a las necesidades que manda el decreto de espacio y, segundo, yo necesito que mis niños puedan alcanzar a tocar y ver las cosas. Ahora tengo que construirme también un abecedario. Como no tengo más espacio en la pared he pensado pegar una cartulina con velcro a la calefacción, y así también pueden llegar», explica.

«Pero tener un espacio que no reúna las condiciones no va a hacer que mis niños no tengan lo que necesitan saber, ya nos encargamos los profesionales del centro de buscarnos los mecanismos para que todos tengan las mismas oportunidades. La gente demanda la enseñanza pública porque todos tenemos derecho a ella, y además es de muy buena calidad. Lo que pasa es que la educación también está para tener un sitio adecuado», concluye.

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La salida trasera por la que los más pequeños van al encuentro de sus padres cuando finalizan su jornada lectiva, no tiene acerado. La Ampa se ha encargado de pedirlo en varias ocasiones por el peligro que supone. «En alguna que otra ocasión los alumnos han visto salir de los agujeros que tienen los frisos, ratones y cucarachas», añade otra docente que se molesta en su recreo en mostrar los huecos de su aula.

Tecnología

Con respecto al material técnico, al colegio no le falta de nada. Disponen de 21 ordenadores portátiles que no pueden utilizar dado a los problemas que surgen continuamente por la baja señal de conexión a internet que reciben, si se compara con el poco tiempo que duran las clases. «Se han gastado en Extremadura 38 millones en material tecnología, pero aquí no me sirven cinco impresoras, ni tantos ordenadores, ni tantas pizarras digitales. Lo material está, pero no va acompañado de las instalaciones físicas para el buen uso de los materiales. Es como tener un mercedes sin gasolina», explica el director.

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En cuanto al personal docente, Llaga también muestra su disconformidad con el poco personal del que disponen en caso de alguna enfermedad ya que se suele cubrir con los profesores de apoyo, perjudicando así a los alumnos que verdaderamente lo necesitan. Coincide con este argumento una profesora de Primaria, que también nos muestra su aula para enseñarnos que no cierra bien ninguna de las ventanas. «Tenemos que poner la mesa para que la empuje y no entre el agua cuando llueve», dice, señalando el particular invento resolutivo. «Creo que la construcción del nuevo edificio es más bien una utopía y que no será posible. Además pienso que hay otras necesidades como es la falta de docentes. Este año nos han quitado una profesora. Sinceramente prefiero recursos humanos antes de invertir en otras cosas», relata la maestra.

Lo más importante de todo es que, en medio de esta reivindicación histórica que comenzó a moverse con una moción propuesta en el Pleno por la Ampa en 2013, está el centro educativo lleno de alumnos que no disponen de las necesidades mínimas que han de garantizar una educación pública de calidad.

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El sentimiento generalizado es que Puebla de la Calzada merece un colegio con una serie de medidas que, como mínimo, garantice la seguridad. Pero la duda que queda latente es si algún día llegará la construcción del nuevo edificio.

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