Belén Fernández
Lunes, 22 de febrero 2016, 16:12
El 4 de febrero se celebraba el Día Mundial del Cáncer y el pasado 15, el día Internacional del Niño con Cáncer. Con este motivo, HOY Puebla de la Calzada ha querido acercarse a una mujer que sabe de cerca lo que es esta enfermedad. En su familia, han sido siete mujeres las que la han atravesado y, afortunadamente, todas podrían contar de cerca su experiencia. En este caso, ha sido Fely Acevedo la que nos ha querido abrir las puertas de su casa para contarnos sin ningún tipo de tabú su vivencia. Fely tiene 55 años y es conocida en el pueblo por su voz, ya que se ha dedicado a la música durante varios años de su vida. Su padre era trompetista de Antonio Machín y en su andadura como artista, Fely decidió hacerle un homenaje grabando un disco versionando las letras del cubano al que llamó Sabores de Machín. Actualmente es ama de casa, está casada con Antonio de las Heras y tiene dos hijos, María de 28 años y Alberto de 19.
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Fely, ¿qué tipo de enfermedad padeció y durante cuánto tiempo?
Tuve cáncer de mama y me lo diagnosticaron con 42 años. En mi familia fui la cuarta. Mi hermana Paqui fue la primera y casualmente a las dos nos lo diagnosticaron con la misma edad. Ella hace 19 años que lo superó y yo 12. Esto es genético, ya está comprobado. Después de mí también lo han padecido otras primas. Con 22 años me casé y con 23 me encontré lo que fue el primer bultito en la zona superior mamaria. Ahí me hicieron una intervención, supuestamente era una cosa leve, un fibroma y eso se quedó ahí. En la misma mama, con el tiempo, apareció otro bulto pero en la zona inferior. Como ya teníamos la experiencia de mi hermana y mis dos días, pues empezamos a sospechar más. Me fui a un médico, primero por la Seguridad Social, pero como me daban cita a largo plazo cosa que no entiendo tuve que ir a un particular privado. Me hicieron pruebas y me mandaron a casa diciéndome que no era nada y que volviera al año. Yo no me fui conforme porque mi pecho se estaba deformando, no tenía nada que ver el uno con el otro. Estuve un año a la espera aunque nunca le quité ojo porque tenía la sensación de que eso de no tener nada no era del todo cierto, así qué me fui a mi médico de cabecera y le dije que quería ir al médico que me había operado de joven. Fui a Fernández Lázaro medico maravilloso con los papeles y me dijo que aquello había que quitarlo radical y que no quería saber nada del diagnóstico que me habían hecho con anterioridad. En cuestión de dos días me prepararon y me hicieron la mastectomía quitándome todo.
¿Sensación de la primera vez que lo supo?
A raíz de lo de mi hermana no es que estuviera más preparada porque para esto nunca se está preparada del todo pero sí que cabían más las posibilidades. A mi me pasó siete años más tarde de haberlo superado mi hermana. Aunque yo me veía que estaba mal mi pecho, físicamente no me dolía nada entonces tenía la esperanza y la ilusión de que realmente no fuera nada. Aunque intentaba estar preparada, evidentemente sienta fatal. Me acompañaba mi marido, en estos casos nunca se debe ir solo. Sobre todo cuando más o menos sabes a lo que vas. Eso hace que vayas con más fuerza y ganas. Cuando llegas a esos pasillos y ves a tanta gente, aunque te intentes consolar con mal de muchos, consuelo de tontos, no es verdad. Eso te hace darte cuenta de que no somos nadie. Que de repente puede pasar este tipo de cosas, y que además no hay edad para ello.
¿Supuso una ruptura en el proyecto de su vida o de su familia?
Siempre. Una noticia de esta te rompe los esquemas de la vida. Aunque no queramos, hacemos planes a largo plazo, aunque ahora me doy cuenta realmente de que no hay que hacerlos. He conocido estar bien y de repente, estar mal y eso te desmonta los esquemas. Te da igual lo que tengas materialmente porque si no tienes salud, el resto no te sirve de nada. Rompe los esquemas hasta de la monotonía diaria, rompe con los proyectos y con el día a día. Me dedicaba a la música, por aquella época estábamos haciendo planes y se paraliza todo, se acaba la ilusión. Lo que pasa que te conciencias de que tienes que remontarte a eso y pensar que no tienes que vivir para ti sino para los demás. Tenía que vivir para que mi marido, mis hijos, y la gente que venía a visitarme no me vieran mal. Tenía una hija con 15 años y un hijo con siete y evidentemente no pensaba en mí, sino en ellos. Si de algo estoy orgullosa es de hacerle ver a la gente que estaba bien. Muchos me decían que parecía mentira, pero es que he sido muy positiva siempre aún pasándolo mal, queriendo saltar los obstáculos. Venía de darme el tratamiento y me decía, bueno son dos días pero se que dentro de dos días se me pasará.
¿Qué papel cumple la familia dentro de todo esto?
Importantísimo desde el primer momento. Se lo conté a mis hijos a pesar de lo pequeños que eran porque era mejor que se enteraran por la calle, son cosas que no deben esconderse. No quería que la noticia le llegara por otra parte, quería prepararlos yo para ello y tratar de quitarle importancia. Les ponía una sonrisa para que no me vieran triste.
Una vez superado, ¿considera que tuvo una gran noria de emociones contradictorias?
Nunca se estaba arriba, ni abajo, ni si quiera en el medio. Hay días en los que sales y te quieres comer la vida, y días en los que aunque salga el sol, es como si no hubiera salido. Son bajones pero superables. Me levantaba y me preparaba, me pintaba para tener mejor cara porque hay que empezar por ahí, por verse bien. Me levantaba mal pero intentaba cambiarlo continuamente.
¿Le ha ayudado a cambiar la perspectiva de la vida?
Mucho. No ves las cosas de la misma forma. Hoy día no le doy importancia a muchas historias que antes sí que le daba. Estamos acostumbrados a vivir una vida muy superficial. Queremos tener dos coches, queremos tener, tener, tener No nos damos cuenta de que realmente eso no vale para nada, sino el estar bien. Una vez que pasas por una situación de este tipo sabes que la riqueza no sirve para nada, sino la salud y tener a tu gente alrededor. Estamos aquí de paso.
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¿De qué forma se lo trató?
La operación, seis sesiones de quimioterapia cada 21 días y después me iban a poner un tratamiento complementario porque mi oncóloga había venido de Toronto con un nuevo tratamiento y uno de los componentes que llevaba se llamaba Tasol. Era una prueba y mi cuerpo no lo aceptó. Me empecé a poner muy roja. La sensación era de asfixia, pero agradable. Yo le decía que si era la sensación de morir, y ella me decía que era parecido. Esto lo que hacía era axfisiarte, notaba como me apretaban el pecho y cada vez me iba mas al cuello. Empecé a ponerme muy roja y me desconectaron los aparatos. Llamaron rápidamente a la doctora y tras ocultarme, me dijo que no me había afectado a ningún órgano de mi cuerpo porque había ido muy lento. Y ahí fue cuando me dijeron que mi tratamiento había acabado porque mi cuerpo ya no aceptaba nada más. Pero quise darme radioterapia firmando un papel en el que, las consecuencias que podría tener, dependían de mí. Me di 25 sesiones. Después me hice la reconstrucción en Cáceres, donde funcionaba de verdad la cirugía plástica, a los tres años. Hasta los cinco años no suelen dar el alta diciéndote que estás limpia de verdad. Hasta el día de hoy, sigo estupendamente.
¿Es la actitud positiva la mejor medicina?
Indudablemente. La actitud es una manera de superarte y además, me lo decía la misma médica. Nunca lloré delante de nadie, es asombroso porque yo soy muy llorona, peroen ese momento, me dijesen lo que me dijesen, aguantaba el tirón. Me ponía a llorar en cuanto me montaba al ascensor si estaba sola. Era algo que estaba por encima de mí y me proponía que nadie me viera sufrir. La médico me decía que tenía una actitud positiva que lo único que hacía era beneficiarme porque todo lo que sea positividad consigue que las defensas se alcen. Cuando estás triste y tienes un problema, todos se intensifica. Sin embargo si intentas que no sea tan grande, se minimiza y te ayuda a llevarlo mejor. Yo llegaba del medico, me preparaba y me iba a comprar y a hacer mis cosas. Buscaba la salida fuera de casa, no me daba por encerrarme. Hay veces que sí que es verdad que no te apetece hablar con nadie pero, de verdad, los problemas hay que sacarlos fuera de casa. De nada sirve quedarse encerrada y machacarse la cabeza con una actitud de víctima.
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¿Eres miembro de la AECC? ¿Te ha ayudado de alguna forma?
Sí, aunque por aquellos entonces no era miembro. No me ha ayudado porque, por suerte, por mi actitud, no he necesitado ni ir a psicólogos aunque entiendo y reconozco que es muy buena la labor que hacen. Colaboro con ellos siempre que me llaman y también a mi manera; desde mi postura y mi situación. Cuando se de alguien intento hablar con esa persona y entrar en ellos desde mi experiencia, que es la mejor manera. Siempre les digo que se miren en mi espejo. Intento hacerle ver que sí es una enfermedad y que es dura, pero que se sale y se puede superar.
¿Consejo a alguien que se lo acaban de detectar?
Primero que se vean bien físicamente. Que no dejen que la gente les vea con tan mala apariencia. Y después diciéndole que todo es superarlo. El año malo hay que pasarlo, que es el del principio. Ese año no te lo quita nadie, entre tratamiento, visitas oncológicas... Todo el protocolo de pruebas y tal, pero hay que contar con que es un año y cuando menos te lo esperas ha pasado todo, pero eso sí, siempre con actitud positiva. Y a esto, sumarle que son obstáculos que se traviesan mediante tratamientos. Mal de muchos consuelo de tontos no sirve siempre, pero bueno, hay que ver que esta es una enfermedad afortunadamente ya muy superada, así qué ¿por qué yo no la voy a superar?
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